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martes, 20 de marzo de 2007

Estructura de la Cosa Nostra

Cosa Nostra, SA

Extorsión, droga y especulación inmobiliaria: un negocio de 30.000 millones de euros

Cosa Nostra, SAa Cosa Nostra es una sociedad anónima criminal con una cifra de negocios que en 2004 se situaba alrededor de los 30.000 millones de euros, según un estudio del centro de investigación italiano Eurispes. La cifra supone algo más del 3% del PIB español. Extorsiones, especulación inmobiliaria y droga son los ejes principales de su actividad, aunque este último esté en declive.

La franja de tierra que separa Carini y Torretta -dos pueblos a pocos kilómetros de Palermo en donde el boss Lo Piccolo organizó dos cumbres mafiosas en 2003- del centro de la capital de la isla es suficiente para hacer evidente esa actividad para quien quiera verla. La Cosa Nostra, a diferencia de la Camorra napolitana, se resiste a operar fuera de su territorio, de Sicilia. Es prudente por naturaleza. Por ello, a los investigadores no les consta actividad o inversiones en España u otros países. En esta franja de tierra está todo lo que hay que ver.

El viaje puede empezar por el Ayuntamiento de Torretta, es decir, por uno de los 49 disueltos por el Estado en Sicilia desde 1991 por infiltración mafiosa. Un caso no precisamente excepcional en una región cuyo presidente, Salvatore Cuffaro, del centro-derecha, está procesado por connivencia con la Mafia.

"La Cosa Nostra está en política ahora más que nunca", denuncia Rita Borsellino, símbolo del movimiento antimafia, hermana de Paolo Borsellino, juez asesinado en 1992 y candidata a la presidencia de Sicilia en 2006. "No hay voluntad política de acabar con la Mafia. La hubo con las Brigadas Rojas. Éstas fueron derrotadas; la Cosa Nostra, no", comenta en su apartamento. Ante el portal del edificio hay un árbol. Alrededor, flores y mensajes. Allí fueron asesinados Borsellino y su escolta.

En este sentido, no sorprende que, cada uno por su lado, el fiscal antimafia Gaetano Paci -que coordinó con otros colegas las investigaciones en el caso Cuffaro- y el policía Antonino de Santis denuncien con idénticas palabras cómo el apoyo a su trabajo es total sólo mientras acosan al ala militar y sucia de la Cosa Nostra. Sin embargo, cuando tocan la vertiente burguesa, empresarial, profesional y política, las cosas son diferentes.

La línea de costa que se extiende entre Torretta y la casa de Borsellino también tiene mucho que decir. Con su urbanismo salvaje y sus hotelitos decadentes, es el reflejo de una región que no logra ni proteger ni aprovechar bien su belleza. El cercano aeropuerto de Palermo tuvo 4,2 millones de pasajeros en 2006. El de Palma de Mallorca, 22,4 millones.

La relación Mafia-especulación inmobiliaria es algo que viene de lejos, hay sentencias que sancionan casos de corrupción ya a partir de los años sesenta. Y sigue. "Es uno de los sectores privilegiados", explica Paci. "De él sacan dinero con la extorsión pura y dura, imponiendo sus empresas como proveedores, o exigiendo la contratación de su gente. En él reinvierten su dinero". De 176 empresas confiscadas por pertenecer a mafiosos en los últimos 15 años, 94 eran del sector de la construcción.

"Ya no amañan tanto los concursos, una actividad muy compleja que el Estado intenta combatir a fondo. Prefieren esperar a que se adjudique la obra y extorsionar al ganador", precisa Paci.

La presencia mafiosa distorsiona y afecta a la economía en todos los niveles. "Las empresas mafiosas, para empezar, cuentan con capital a interés cero", observa De Santis. Además, la Cosa Nostra extorsiona a empresas y comercios de todo tipo y tamaño con la exigencia del pizzo, el impuesto mafioso. La extorsión es todavía hoy "un fenómeno generalizado", según señala Paci, "cuya recaudación sirve para mantener la tropa". Unos 400 euros para negocios normales. Entre 800 y 1.000 para tiendas importantes. 5.000 para un supermercado, 10.000 para una obra. Al mes. Ésas son las tarifas estándar, aunque los hombres de honor las ajustan caso a caso.

En pueblos de esta zona sucede que el dueño de un bar que encuentra el coraje para denunciar al primo que le extorsiona en nombre del clan local coseche, en lugar del apoyo de sus vecinos, el repudio y el aislamiento. Lo cuenta Roberto Perrotta, presidente de Addiopizzo, asociación formada por jóvenes palermitanos bajo el lema Un pueblo entero que paga el pizzo es un pueblo sin dignidad.

Perrotta -un barbudo ingeniero recién licenciado- y sus compañeros organizan fiestas en ese bar, traen amigos de Palermo para ayudar al dueño a resistir, consumiendo bebidas, arropándolo. Lo mismo hacen en Palermo, estimulando el consumo crítico, empujando a la gente a comprar en las tiendas de quienes resisten. A sostenerlas consumiendo. "No es verdad que un individuo solo no puede hacer nada en contra de la Mafia. Siempre puedes tomarte un café en un bar que no paga, en el restaurante de uno que ha dicho no cuando le han pedido 'una ayuda para los amigos que están en la cárcel'. Tiene otro gusto tomarte un café sabiendo que no estás dando diez céntimos a la Cosa Nostra, ¡joder!", estalla Perrotta.

La sede de Addiopizzo -un gran apartamento no muy distante del feudo de Lo Piccolo en Palermo-, los jóvenes voluntarios que la animan, son quizá la etapa más esperanzadora del pequeño recorrido entre Torretta y Palermo.

"Cuando los jóvenes le nieguen su apoyo, la Mafia será un mal sueño", dice Rita Borsellino en el sofá de su casa, citando a su hermano. "La Sicilia de verdad somos nosotros", cantan a menudo los chicos. Lo hicieron también delante de la comisaría central el día de la captura de Provenzano. Cuando el boss llegó, ellos le acogieron cantando "Siamo noi, siamo noi, la Sicilia quella vera siamo noi" ("Somos nosotros, somos nosotros, la Sicilia verdadera somos nosotros"). Y está claro que lo son, que ellos son Sicilia infinitamente más que los otros. Aunque no existan cifras exactas, se calcula que hay entre 5.000 y 7.000 afiliados a la Cosa Nostra. Sobre cinco millones de habitantes.

Ello no impide que las fiestas que organizan en bares resistentes sean todavía algo excepcional; que, cuando se apaguen las luces, regrese el agujero negro que atemoriza e impone, demasiado a menudo, su propia ley.

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