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miércoles, 31 de octubre de 2007

Stop a la Mafia

Cuando la mafia siciliana intentó extorsionar a Vicenzo Conticello por 500 euros mensuales, el propietario de un restaurante citó a su abuela Ermelinda diciendo: "No pagues o serás siempre un sirviente, nunca un hombre libre."

Sin dejarse convencer por el argumento de la anciana fallecida de no abonar el "pizzo," "protección" que se paga en todo el sur de Italia y por hasta ocho de 10 comercios en partes de Sicilia, la mafia contestó con amenazas de muerte y una nueva suma de 50.000 euros (unos 70.000 dólares).

El comerciante, de 48 años e integrante de la quinta generación de Conticellos al frente del local Antica Focacceria San Francesco en Palermo, se levantó en el tribunal y señaló a los hombres que dijo intentaron hacerle pagar.

"Si hubiera pagado, mi abuela se estaría revolcando en su tumba," dijo Conticello, uno de los pocos comerciantes que, en parte inspirados por movimientos juveniles que luchan contra la extorsión como "www.addiopizzo.org" ("adiós pizzo"), hicieron frente a las prácticas de la mafia.

Igualmente, la negativa de los comerciantes no le hace mella a las ganancias de la mafia.

Se estima que las organizaciones criminales italianas -la Cosa Nostra, la Camorra de Nápoles y la 'Ndrangheta en Calabria- tienen ingresos por unos 75.000 millones de euros debido a los pagos por protección y préstamos.

Pero los comerciantes tienen la esperanza de inspirar a otros y eventualmente privar a la mafia de una fuente de dinero fácil y de bajo riesgo.

"Si la mafia existe es porque los comercios pagan," comentó Tano Grasso, quien fundó el primer grupo contra la extorsión en 1990 tras rehusarse a desembolsar la "protección" para su negocio de ropa.

Algunos pagan un alto precio por rehusarse, como el comerciante de Palermo Libero Grassi, quien fue muerto a tiros en 1991.

Otros vieron arder sus locales o ser atacados, como el constructor Andrea Vecchio, quien sufrió cuatro atentados con bombas incendiarias en cuatro días.

Conticello, por su parte, tiene una escolta policial armada.

"COMO UN IMPUESTO"

Expertos en la mafia afirman que la sublevación contra la extorsión coincide con un vacío en el liderazgo de la organización desde el arresto en 2006 del "capo de los capos," Bernardo Provenzano.

Ahora, ambiciosos mafiosos quieren demostrar su valentía imponiendo el pizzo.

"En Sicilia hay una nueva agresividad en sus reacciones debido a la falta de liderazgo, y también debido al hecho de que necesitan dinero," comentó Grasso, líder del movimiento contra la extorsión www.antiracket.it, desde Nápoles, donde actualmente hace campaña contra la Camorra.

"No puedo predecir qué pasará pero definitivamente debemos estar muy preocupados," dijo Grasso a Reuters.

Una investigación de SOS Impresa, la oficina de la asociación de minoristas contra la extorsión, estimó que los mafiosos italianos le quitan unos 200 millones de euros diarios a las empresas mediante el pizzo y préstamos. Sólo los comerciantes entregan unos 80 millones de euros por día.

El presidente de SOS Impresa, Lino Busa, cree que algunos negocios se están rebelando contra el pizzo "en parte porque la campaña de la mafia en demanda de dinero ha empeorado y han estado utilizando bombas."

Esto contrasta con la "paz mafiosa" de Provenzano cuando, comentó Grasso, sus integrantes "razonaban con los comerciantes para hacer ver al pago del pizzo como una cosa razonable que se debía hacer, como un impuesto."

Las compañías que ganaban lucrativos contratos públicos sabían que iban a ser extorsionadas con un cargo fijo de un 2 o 3 por ciento y las pocas que se negaban a pagar eran con frecuencia dejadas en paz.

EFECTIVO, NO PIZZA

La Focacceria era un lugar tradicional para la mafia, cuyos padrinos estaban "contentos con un descuento o pizza gratis."

Pero desde el 2000 se convirtió en víctima de su propio éxito. A medida que el negocio crecía y Conticello promocionaba el restaurante en el extranjero, la mafia ya no quiso pizza sino una parte de las ganancias.

"Además mis empleados comentan que la Focacceria paga bien y eso crea envidia," dijo Conticelli a Reuters mientras gritaba órdenes a los cocineros y mozos en un evento gastronómico para diplomáticos extranjeros y ejecutivos en Roma.

Ansiosos por promocionar el turismo y la gastronomía siciliana, algunos políticos locales se quejan de que el alboroto sobre la mafia es mala publicidad, diciendo "la crisis mafiosa debería ser dada por terminada."

A diferencia de la época en que los comercios líderes exhortaban a los otros con la lógica "paguen, así pagamos menos," actualmente el grupo de empleadores Confindustria amenaza con expulsar a los miembros que abonen el pizzo.

La viuda de Grassi, Pina, quiere que aquellos que paguen sean acusados como cómplices de la mafia.

"Pero nunca será aprobada una ley como esa. La batalla contra la extorsión estará siempre basada en el coraje de unos pocos," dijo en un reciente aniversario de la muerte de su esposo.

Esos son aún una pequeña minoría.

"En Sicilia hay unas 123.000 empresas pero sólo 12 estamos en esta situación. Si en vez de 12 fuéramos 100 o 1.000, tendría un impacto," comentó Conticello.

El autor siciliano Andrea Camilleri causó una polémica al decir que Italia debería enviar al ejército a luchar contra la mafia.

Grasso cree que la mejor táctica es persuadir a más personas de que, aunque la mafia puede intimidar a los rebeldes, igual necesita actuar en secreto en negocios como las drogas y es poco probable que quiera llamar la atención de la policía y los medios de comunicación cometiendo asesinatos.

"El ejército no sería de ayuda. Lo que necesitamos es un ejército de comerciantes que denuncien esto en público," comentó Grasso.

Para que eso suceda, dijo Conticello, se necesita de un cambio en la mentalidad de la isla donde "hasta los perros son mafiosos."

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