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miércoles, 18 de abril de 2007

Nuovomondo - Una historia de la emigración de Sicilia

En Sicilia, a principios del siglo XX, el campesino Salvatore Mancuso decide venderlo todo para marcharse a Estados Unidos.
Tras trocar su ganado por ropa y zapatos y reunir a sus hijos y a su anciana madre, el jefe de la familia se sube con ellos en un barco que se dirige a Nueva York. Alojados en depósitos adaptados a dormitorios, en condiciones de espacio restringido e higiene precaria, los pasajeros se someten a una dura prueba: el viaje - para más inri sacudido por una terrible borrasca - termina en Ellis Island, centro de acogida y punto de clasificación de los recién llegados. Después de una primera selección, con el fin de desechar a los enfermos o a los que presentaran imperfecciones, los inmigrantes se someten a una prueba de inteligencia y aptitud.
Algunos de los Mancuso consiguen superarla, otros no: la unidad del grupo está en riesgo y le corresponde a Salvatore decidir si hay que seguir adelante...
En su tercer largometraje, Emanuele Crialese - romano de origen siciliano, nacido en 1965 y ganador en 2002 de la Semana de la Crítica en Cannes con "Respiro" - decide afrontar los peligros de la coproducción y de un presupuesto elevado: para relatar la odisea de un núcleo familiar del sur de Italia de hace cien años, sabiamente ha elegido una narración a medio camino entre lo mitológico y lo intimista. Si bien el retorno a la "lengua de los pobres", casi seis décadas después de "La terra trema" (1948) de Visconti, nos hace volver a la mejor época de la cinematografía italiana, "Nuovomondo" no es en absoluto una opción realista: basta con ver su principio extraordinario, marcado por lo mágico y lo misterioso, con la subida de un monte en las Madonie, andando con los pies descalzos y una piedra la boca, para interrogar a Dios acerca de la oportunidad de marcharse; o los espejismos del nuevo mundo (ríos de leche, hortalizas gigantes, lluvia de dinero) materializados en imágenes poéticas.
Los momentos de mayor intensidad emotiva - el barco repleto de gente que se aleja del puerto, casi partiendo en dos un pueblo que parecía indivisible - se abordan con una frialdad loable; incluso el idilio entre Salvatore y una mujer inglesa presenta rasgos de racionalidad y desengaño que rehuyen todo sentimentalismo. Muy cuidada en los aspectos técnicos, la película cuenta con un reparto perfecto, en el que destacan Vincenzo Amato (un intenso, trepidante Salvatore) y Aurora Quattrocchi (la madre indomable y orgullosa).

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